Atlético de Madrid y F.C. Barcelona regalaron una grandiosa exhibición del “otro fútbol”, aquel que va más allá de la posesión, los goles y las llegadas. El arte de la intensidad, de la solvencia defensiva y del planteamiento táctico. Fútbol de pizarra, del que nace en las charlas de vestuario.
El cartel del encuentro era inmejorable. Empatados a puntos, separados sólo por la mínima ventaja de cinco tantos anotados a lo largo del campeonato, lo que otorga a la escuadra culé del ficticio orgullo de proclamarse campeones de invierno, concluida ya la primera vuelta. Dos equipos que aspiran a todo este curso, firmes candidatos a la Champions, e imparables en la competición doméstica, donde están pulverizando todos los récords y reduciendo a la mediocridad hazañas que hasta hace poco han supuesto marcas históricas de nuestra Liga. Concluyen el primer acto de la temporada con la friolera de 50 puntos por entidad, hecho que ya forma parte de los abales de nuestro fútbol.
- Xavi y Villa peleando un balón durante el choque
En lo referente al partido, podríamos catalogarlo como una perfecta oda a la intensidad. Con la sorpresa mayúscula de no ver a Messi ni Neymar en el once titular, recayó en Cesc y Pedro la responsabilidad de acompañar en el frente de ataque al mejor Alexis Sánchez desde su llegada al Camp Nou. Un encuentro en el que la posesión del esférico se vendió cara, mérito de la flamante presión de ambas escuadras cuando la posesión era del contrario. La medular era un campo de batalla sin igual, en el que sólo el más decidido salía victorioso. Un buen Xavi y el siempre preciosista Iniesta se postulaban a dominar el círculo central, pero el Atlético tiene un sanísimo pulmón en su doble pivote, que responde al nombre de Gabi Fernández. Una vez más, impecable. No concedió un solo balón al cruce. Enérgico y vital, es la reencarnación del espíritu cholista en el once. En partidos en los que la intensidad es protagonista, el 14 brilla con luz propia.
Salió fuerte el Atlético en el primer cuarto de hora de partido, ahogando a los blaugranas en su campo y obligándolos en la mayoría de ocasiones a optar por el patadón arriba. La idea del Cholo parecía clara: no dejar respirar al rival cuando el esférico era suya, con las líneas muy avanzadas, y forzando la recuperación en tres cuartos. Así funciona la maquinaria perfectamente engranada que ha confeccionado el técnico argentino, y es ésta principalmente la causa de sus brillantes éxitos recientes. Montan la contra rápido, y se plantan en área rival en un abrir y cerrar de ojos. Si parpadeas, te lo pierdes. Diego Costa buscaba la espalda de la zaga culé una y otra vez. Por dentro y por fuera. La odisea fue que se encontraba sólo. David Villa no acompañó. Peleó todos y cada uno de los balones, corría como todos, pero con el cuero sobre los pies no estuvo acertado. Y es que ese fue el principal error del Atlético en el partido. Incesante en las pérdidas de balón. Fallos en las entregas a las que no nos tiene acostumbrado. Por momentos parecía que el balón les quemaba en las botas. El claro ejemplo de este pesar fue Koke, quien ni mucho menos tuvo su mejores minutos como colchonero. Lento de movimientos, no dio un solo pase decisivo en todo el choque.
- Diego Costa ejecutando una de las aproximaciones de más peligro para el Atlético en todo el encuentro
Por su parte, Iniesta brilló cuando no estaba tendido sobre el césped. Bailaba entre líneas, merodeando siempre entre la espalda de los mediocampistas y ante las puertas de la inexpugnable zaga colchonera. Sufrió entradas de todo tipo, una de las cuales lo dejó tocado y propició su salida del campo en la reanudación. En su lugar entró Leo Messi, que ya parece completamente recuperado de su lesión, aunque no fue determinante ni mucho menos. Suyas fueron las mejores ocasiones del equipo entrenado por Matino. Tampoco decidió Neymar en la escasa media hora que estuvo sobre el terreno de juego. Fue entonces cuando se alzó Arda Turan para convertirse en el hombre del partido. El turco regaló a la grada del Manzanares una de sus mejores actuaciones desde que viste la elástica del club madrileño, si no la mejor. Como un perfecto reloj suizo, sometió el tiempo a su dominio. Dormía el partido a su antojo cómo y cuando quería. Cambio de ritmo, y avanzaba metros como un experimentado velocista. Nadie era capaz de pararlo. Driblaba, caracoleaba, asistía… el esférico era su más preciado juguete, y no lo regalaba por nada del mundo. Si Koke se borró, Arda lució por los dos.
Cuando más flojeaba el Atlético, entraron el Cebolla y Raúl García, y por momentos pareció que los locales tenían aún mucho que decir. Especialmente el navarro, cuya entrada debió haber llegado antes, pues con él sobre el campo crecieron las llegadas de su equipo. Siempre fuerte por arriba, se dedicó todo el partido a bajar balones y favorecer las llegadas en segunda línea de sus compañeros. Vive un estado de forma pletórico, e incluso nadie descarta que no tarde en hacerse con el puesto en el once de gala para los partidos decisivos.
Concluyó el primer “match of the year” de la temporada tal y como empezó. Empate a cero, reparto de puntos y con todo por decidir en una segunda vuelta de la Liga BBVA que promete ser apasionante. Aunque lo más puristas echaron en falta algo más de fútbol, tanto Atlético como F.C. Barcelona demostraron que merecen poseer el puesto en la tabla que ocupan. Loco aquel que no tema tenerle como rival en Champions.
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