El Real Madrid deja prácticamente sellado su billete para octavos de final con el empate (2-2) logrado ante una siempre competitiva Juventus de Turín. Más complicado lo tiene el conjunto bianconeri, sorprendentemente colista de este grupo B con tan sólo 3 puntos, y sin conocer aún la victoria en esta edición de la Champions. Se ve obligado a contar por victorias los partidos que le restan en la fase de grupos.
Pero como dijo Jack el Destripador, vayamos por partes. Ancelotti presentaba un 4-3-3, en el que el principal damnificado fue Isco, y nos deleitó con una nueva entrega de sus invenciones en defensa, con el objetivo de encontrar la zaga ideal de este Real Madrid 2013-2014. De esta forma, alineó a Ramos en el carril derecho, optando por la pareja de centrales Varane-Pepe, y con la indiscutible presencia de Marcelo en el lateral izquierdo. Y un partido más, el experimento no salió bien. Partido para el olvido de la joven promesa gala. Suyos fueron los errores más vistosos, y de los cuales nacieron los dos goles del equipo italiano. Protagonista fue en el primer tanto, cometiendo el penalti sobre Pogba (que acertadamente Howard Webb señaló) y que habilidosamente convirtió Vidal con un potente disparo a la escuadra del arco defendido por Casillas. Pero sin duda, su fallo más atroz llegó en el segundo gol, donde inexplicablemente pierde la marca de Fernando Llorente, que anotó su enésimo registro con la testa. Aunque buena parte de la culpa la tuvo el riojano, especialista en buscar ese tipo de remates. Habrá que tener paciencia con Varane, y dejar pasar el tiempo para que coja ritmo de competición y pueda afrontar partidos de semejante calibre con la seguridad a la que acostumbró a la grada del Bernabéu la temporada pasada. Por su parte, el resto de la zaga estuvo correcta. Marcelo hizo un buen partido en ataque, subiendo con asiduidad y colaborando en la faceta ofensiva, y atrás estuvo solvente. Pepe no se buscó complicaciones, y Ramos estuvo nulo en ataque. No cruzó la divisoria del mediocampo, aunque defendió bien su parcela.
No obstante, si hubo un protagonista claro atrás, ese fue Iker. Siempre que juega, da para rellenar secciones y secciones a los medios de comunicación deportivos, y para avivar aún más si cabe cierto debate que ya empieza a cansar. Y sin duda, su actuación en el Juventus Stadium dará mucho que hablar. Principalmente, por tres intervenciones estelares que salvaron a los merengues de ir palmando al descanso por más de un gol. Una de ellas, a remate de su propio compañero Pepe. Casillas volvió a demostrar una vez más que fue, es, y será por mucho tiempo, un seguro de vida bajo palos.
En el centro del campo, el trivote formado por Khedira, Xabi Alonso y Modric reflejó que, a día de hoy, acumular tres hombres en el círculo central es la forma más competitiva que tiene este Madrid para carburar. Aunque quizá sus protagonistas puedan variar en sucesivos experimentos. El alemán no tuvo su partido más acertado, y vuelve a ser nominado para abandonar el once inicial. Defensivamente estuvo correcto, pero no aportó absolutamente nada a la circulación del balón. Modric tampoco dio lo mejor de sí mismo, pero su visión de juego es otro de los valores seguros en los que Carleto puede confiar, y en varias fases del encuentro, fue la piedra angular de la creatividad en el juego del equipo. Por su parte, el tolosarra demostró que ha vuelto para aferrarse en la titularidad, siendo uno de los mejores sobre el césped. Siempre correcto en la salida del esférico, aplicado en labores de contención, y rememorando uno de sus particulares obuses que estrelló en el larguero, recurso con el que nos ha deleitado tantos años a lo largo de su estelar carrera.
Pero si hay algo que parece no generar dudas al respecto, es el tándem ofensivo formado por Bale, Cristiano y Benzemá. El galés mantiene el buen sabor de boca de sus últimas actuaciones, siendo sin duda el jugador más destacado del equipo en ataque. Incansable en la pelea por cada balón, rápido y vertical como pocos pueden presumir, y en estado de gracia de cara al gol. Suyo fue el tanto que puso por delante en el marcador efímeramente a los blancos. Control, potencia en el arranque, y una facilidad pasmosa para armar un potente disparo raso al fondo de las mallas, ante el cual Buffon nada pudo hacer. Benzemá no miró a puerta en todo el partido, aunque de sus botas nacería el pase que sirvió al último por mencionar de este triunvirato, Cristiano, para marcar su octavo gol en Champions. De la mente del luso salieron las acciones de más peligro, aunque tampoco abundaron en número.
Por su parte, en la Juventus brillaron con luz propia Arturo Vidal y Pogba, que demostraron la calidad arrolladora que les viste, y el gran momento de forma que viven. Especialmente el joven francés, que pese a estar anclado en el habitual trivote ideado por Conte, se suelta en ataque que da gusto, donde explotó la interminable lista de recursos técnicos que atesora. Un diamante embruto tiene en él el equipo juventino.
Así las cosas, el placer de los deberes bien hechos en competición europea permite al Real Madrid centrarse en la Liga, donde se le achaca más la necesaria mejoría que le permita dar caza a sus incansables rivales Barça y Atlético. No es el caso de la Vecchia Signora, que deberá sudar tinta china para lograr, a priori, la segunda plaza de grupo que le corresponde por situación, plantilla, y sobre todo, por historia.
0 comentarios:
Publicar un comentario